Agencia de Noticias de Guerrero (ANG).- En un nuevo capítulo de tensión política y social, el presidente municipal de Chilpancingo, Gustavo Alarcón Herrera, enfrenta una crisis con los comuneros de Matlalapa quienes acusan al edil de violar acuerdos previamente pactados con el gobierno del Estado. Esta disputa podría desencadenar un bloqueo total que pondría en jaque el sistema de manejo de residuos de la capital guerrerense.
El conflicto se intensificó este viernes, cuando, sin previo aviso y pasadas las tres de la tarde, Alarcón Herrera ordenó a los camiones recolectores municipales descargar desechos en Matlalapa desafiando compromisos previos que prohibían esta acción hasta alcanzar una solución negociada. Ante esta provocación, los comuneros, visiblemente molestos, decidieron tomar medidas drásticas, reteniendo tanto a los vehículos como a los conductores involucrados, exigiendo que retiren toda la basura depositada.
Los líderes comunitarios advirtieron que, de no respetarse los acuerdos establecidos, extenderán su protesta con un bloqueo en Huiteco, el único acceso alternativo para el vertido de desechos de Chilpancingo. Esto podría dejar a la capital sin opciones viables para el manejo de sus residuos, desencadenando una crisis sanitaria sin precedentes en plena temporada de lluvias.
La disputa sobre el uso del territorio de Matlalapa como vertedero ha sido una fuente constante de conflicto, con los comuneros defendiendo su derecho a un entorno limpio y saludable, mientras que el gobierno municipal insiste en la necesidad de mantener el flujo de recolección para evitar un colapso urbano. Sin embargo, la acción unilateral de Alarcón Herrera parece haber roto el frágil equilibrio, dejando a ambos bandos en una confrontación directa.
Los habitantes de Matlalapa exigen ahora no solo la retirada inmediata de los desechos, sino también una disculpa pública y el respeto a los acuerdos previamente firmados, advirtiendo que están dispuestos a radicalizar su movimiento si sus demandas no son escuchadas. Esta situación podría escalar rápidamente, poniendo en riesgo no solo la gestión de residuos de Chilpancingo, sino también la estabilidad política del alcalde, que ahora enfrenta una creciente presión social.
