ELECCIONES JUDICIALES EN MEDIO DE CRIMINALES ATAQUES

Por Moisés Alcaraz Jiménez

Este es el proceso electoral más atacado y boicoteado con saña inaudita, con fines de descarrilamiento, desde que en México se establecieron las elecciones como la forma más viable para el cambio pacífico de nuestros gobiernos y representantes populares. Nunca se había visto tanto odio concentrado en las facciones de la extrema derecha para tratar de llevar al fracaso un proceso electoral que ya era impostergable para renovar uno de los poderes del Estado en descomposición total, convertido en un enorme nido de la corrupción, maligno ejemplo de la ineficacia y gigantesco lastre para el desarrollo del país.

Después de que de los ministros más deshonestos de la SCJN echaron abajo varios intentos del gobierno federal por limpiar la corrupción que mantiene devastada a la impartición de justicia en México, no hubo más alternativa que buscar el tan necesario cambio en ese poder del Estado mexicano a través de la elección de sus integrantes. Desde entonces, las resistencias al cambio han sido permanentes e impresionantes y para tratar de impedir ese proceso de saneamiento, los ministros, aliados con grupos oligárquicos cavernícolas, han acudido a todo tipo de marrullerías y aberraciones jurídicas increíbles e impensables en quienes se dicen profesionales del derecho y expertos en impartir justicia. Pero en ello demostraron ser unos cínicos tinterillos violadores de la Constitución que juraron defender al asumir el cargo. El caso más lamentable lo fue siempre la actual presidenta de la Corte, que llegó a extremos inauditos de desfachatez jurídica, auténticas y patéticas tomaduras de pelo, en sus desesperados intentos por descarrilar la reforma judicial.

La limpia en el Poder Judicial fue siempre obstaculizada por una auténtica mafia de ministros, magistrados y jueces, conocida como el Cártel de la Toga, que construyeron una obscena alianza con los grupos oligárquicos más depredadores del país para conservar sus inmorales privilegios y favorecer con su sucia labor a los intereses particulares por sobre el interés general de la nación, que los ministros están llamados a proteger como un fin primordial. Junto a la galopante deshonestidad en la impartición de justicia, en lo político las élites burocráticas del Poder Judicial fueron adoptando actitudes de extremo conservadurismo golpista, dejaron de ser imparciales en la impartición de justicia, se pusieron la camiseta de la derecha más desnacionalizada y medieval y junto con ella atacaron a un proyecto de nación diferente al neoliberalismo, un proyecto progresista que odian por motivos estrictamente ideológicos y no jurídicos, al cual intentaron destruir.
Para ello bloquearon con ferocidad pocas veces vista, retorciendo inhumanamente la ley, todo intento de llevar justicia y bienestar a los más pobres de México. Tan sólo al gobierno que encabezó AMLO le bloquearon más de cien iniciativas que buscaban llevar progreso a los sectores marginados y olvidados del viejo régimen, un régimen devastador de la nación que los ministros de la Corte se dedicaron a defender e impulsar con singular vehemencia. En esas condiciones, el Poder Judicial se convirtió en un auténtico bastión del neoliberalismo y reducto de grupos facciosos neoporfiristas empeñados en amasar fortunas con dinero sucio. Por ello el Poder Judicial, bajo el dominio de la oligarquía, era ya un gran lastre, era la asignatura pendiente del cambio sin el cual México no podría avanzar hacia el desarrollo con bienestar y justicia.

Por ello es que depredadores de la talla de Ricardo Salinas Pliego y demás potentados corruptos como él, están muy molestos con la reforma judicial. Se les termina su manto protector y ahora tendrán que respetar la ley y la justicia. Esta persona, ejemplo de perversidad empresarial, ahora tendrá que pagar lo que le debe a la nación en impuestos. Se van sus cómplices de la Corte que lo protegían a él y a otros delincuentes de cuello blanco que al amparo del Poder Judicial han vivido en la impunidad.

En gran medida, la impunidad en México fue generada desde el Poder Judicial, lo cual tiene una dantesca connotación. Grandes delincuentes de cuello blanco y de la delincuencia organizada, han sido beneficiados impúdicamente por jueces, magistrados y ministros que hicieron de la justicia una mercancía y que mediante resoluciones amañadas han dejado en libertad a peligrosos criminales, les han liberado sus cuentas bancarias, los han amparado para no ser molestados por la ley y les han devuelto cuantiosos bienes que son producto de la actividad delincuencial.

No es ocioso ni una ocurrencia la reforma del Poder Judicial. Se trata de una transformación necesaria, de un cambio profundo en uno de los tres poderes públicos que está convertido en una barrera que no permite que México alcance el progreso y la modernidad, porque en el Poder Judicial se vive en la barbarie de la justicia. Mal haríamos si en nuestras manos está el cambio y lo dejamos ir. Estas elecciones le quitarán a la derecha golpista un poderoso instrumento de ataque al progreso, son en beneficio del pueblo de México y representan un paso histórico en el desarrollo de nuestro país. Los llamados a no votar de la derecha anacrónica, es la antítesis de la democracia y un atentado contra las libertades públicas, que son parte fundamental de los derechos humanos.

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