FIN AL MÉXICO DEL COMES Y TE VAS

FIN AL MÉXICO DEL COMES Y TE VAS

Por Moisés Alcaraz Jiménez

Después de 36 años de neoliberalismo rapaz, México recupera su autoridad moral y liderazgo democrático en América Latina, sustentados en su histórica postura de respeto, defensa y promoción de la soberanía de las naciones y de la libre autodeterminación de los pueblos. La tradicional política exterior de nuestro país retoma su espíritu solidario, de colaboración y de cooperación con los países de esta región, principios de política internacional de México establecidos en la Constitución, que fueron no sólo abandonados, sino también pisoteados por los gobiernos neoliberales que devastaron al país.

La política foxista del comes y te vas, es tan sólo un ejemplo de la forma tan vil en que los gobiernos neoporfiristas destruyeron las históricas relaciones internacionales de México de defensa de los intereses nacionales y la sustituyeron por el extremo servilismo y humillación ante el imperio. De seguir gobernando la oligarquía neoporfirista, seguramente sus integrantes estarían hoy entre aquellos que dice el enloquecido Trump que le están yendo a lamer el trasero. Así ha sido el conservadurismo a lo largo de nuestra historia.

México se reposiciona en américa Latina como el hermano mayor que con la autoridad moral que le dan los principios juaristas de política exterior, vuelve a ser la vanguardia a seguir en ese complicado camino de la autodeterminación para que las naciones de esta región del mundo puedan elegir en libertad el camino que más les convenga para su desarrollo, sin injerencias externas ni avasallamientos que las han condenado a sobrevivir en la miseria.

Tenemos de vecino a un imperio, con todo lo que ello implica, un país belicoso que a sangre y fuego impuso su hegemonía en la región, que mediante la fuerza o los golpes de estado blandos, utilizando para ello a los tribunales de justicia corruptos, ha mantenido a los países de Latinoamérica en la sumisión, en el atraso y el subdesarrollo, región que junto con nuestro país siempre han considerado su patio trasero. Ahora, cuando el imperio ve caer su hegemonía ante otras potencias, jala el gatillo de la otra guerra, la guerra comercial, donde no se dispara ni un tiro -por el momento- pero son igual de devastadoras y destructivas que las conflagraciones bélicas, porque también las guerras comerciales, a su manera, con su cauda de inflación, recesión y hambre, causan muerte y desolación.
Pero no por tener a un lado al monstruo, estamos condenados a vivir de rodillas. Es verdad que muchas naciones han pagado cara la osadía de buscar la libertad. Las sanciones del imperio han sido crueles, incluyen las desestabilizaciones políticas, las sanciones comerciales, bloqueos, golpes de estado y crímenes de lesa humanidad. No obstante, México y Latino América tienen alternativas en busca de su autodeterminación y respeto a sus soberanías.

Los nuevos gobiernos progresistas que han ganado democráticamente las elecciones en varios países de esta región, tienen lo que anteriores gobiernos despóticos nunca tuvieron: la confianza y credibilidad de sus naciones, tienen el respaldo popular para encabezar proyectos, estos sí verdaderamente libertarios, a través de la unidad latinoamericana, de la colaboración y cooperación internacional que los conduzca a la integración, a la suma de esfuerzos y al trabajo conjunto. Si con esta potencial unidad todavía resulta complicado para los países hacer valer sus soberanías ante el imperio, de manera solitaria ningún país podrá avanzar en búsqueda de mejores logros.

Por ello, la oligarquía internacional siempre se ha empeñado en evitar y destruir todo intento de integración económica latinoamericana que desafíe su dominio. Ha saboteado históricamente como uno de sus principales objetivos, la lucha por la unidad de los pueblos de América Latina. De ahí que la reunión de ayer de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños realizada en Tegucigalpa, Honduras, sea muy importante en ese largo camino de los países de esta región hacia la unidad, la integración económica y el desarrollo con justicia y no de beneficio sólo para grandes potentados que constituyen élites depredadoras.

Ayer la presidenta Claudia Sheinbaum lo resumió magistralmente en Tegucigalpa: “hoy es un buen momento para reconocer que América Latina y el Caribe requieren de unidad y solidaridad de sus gobiernos y de sus pueblos, a fin de fortalecer una mayor integración regional, siempre en el marco del respeto mutuo y la observancia de la soberanía e independencia de nuestros países”. No le va a gustar a la oligarquía imperial, pero como lo dijo la presidenta Sheinbaum: América Latina debe avanzar para hacer realidad sus sueños de justicia.

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