Por Moisés Alcaraz Jiménez
Hay movimientos sociales que llegan a caer en poder de facciones que se asumen como radicales, dirigentes cupulares que anclados en el pasado, se guían por viejos dogmas de la izquierda para atacar gobiernos establecidos, sin hacer ninguna diferencia entre gobiernos democráticos, que son aliados de los propios movimientos que esas facciones encabezan, y gobiernos fascistoides que son por naturaleza sus enemigos.
Son lidercillos que de tan radicales ya no se sabe a qué intereses sirven. En sus enfermizas posturas, atacan por igual a gobiernos oligárquicos depredadores provenientes de fraudes electorales que a gobiernos surgidos de la voluntad popular. A veces se ensañan más con los gobiernos de corte progresista por razones poco claras que tal vez las teorías anarquistas lo puedan explicar.

Quienes ahora encabezan a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), atacan con dureza a la presidenta Claudia Sheinbaum, lanzan amenazas desde posturas de cerrazón bajo el principio del todo o nada, negacionistas al diálogo y con posturas aspiracionistas (egoístas en extremo). La rudeza para plantear sus demandas es innecesaria frente a un gobierno democrático diferente a los del régimen neoliberal, que no ha hecho más que generar desarrollo con justicia para la población que por generaciones enteras ha vivido en la más absoluta marginación y olvido.
Con Calderón, Fox y Peña Nieto, que pisotearon los derechos laborales del magisterio hasta que se cansaron, la CNTE protestó un tiempo para después callar como momias. Ahora exigen con virulencia que sus derechos sean resarcidos con amenazas de secuestrar a la educación nacional si no se cumplen sus demandas. Con aquellos gobiernos se quedaron callados después de que no lograron nada, ahora adoptan actitudes irreconciliables y chantajistas.
Con el neoliberalismo fueron suavecitos, ahora son radicales. Contra Claudia son combativos, duros, furiosos activistas que exigen respuestas inmediatas aunque saben que no hay soluciones mágicas para lo que demandan. Muchas de sus peticiones se han atendido y las demás están en proceso. Están tratando con un gobierno que entiende y atiende la demanda popular, no están tratando ni con Calderón, ni con Fox, ni con Peña Nieto que los reprimieron por exigir respeto a sus derechos.
Los dirigentes de la CNTE saben perfectamente que pueden generar una crisis en momentos de grandes riesgos para la estabilidad financiera del país, por las amenazas del enloquecido fascista que gobierna los Estados Unidos y por las permanentes asechanzas de la extrema derecha criolla, siempre en alianza con el príncipe extranjero. La labor de desestabilización política que está haciendo la CNTE, cae como anillo al dedo a la oligarquía que tanto dañó a los maestros, y lo volverá a hacer si regresa al poder, a lo cual la CNTE está contribuyendo.
¿No sabe la CNTE que atacando al gobierno actual están trabajando para el retorno de la extrema derecha que hundió al país en la pobreza y al magisterio también lo afectó? Lo saben perfectamente, pues no son parvulitos, saben que están trabajando para el retorno de la derecha al gobierno y para el restablecimiento del viejo régimen. Lo que la CNTE está haciendo es darle bocanadas de oxígeno al neoliberalismo y a la oligarquía que les está aplaudiendo los ataques que están haciendo al actual gobierno. Ahí están los comentarios alentadores que la CNTE recibe de la prensa sicaria. Loret, Alazraki, Raymundo Riva Palacio, Uresti y demás prensa alquilada les están aplaudiendo. Están con ellos. Los apoyan.
La CNTE está logrando lo que ni la extrema derecha había logrado: poner en riesgo la estabilidad financiera y política del país. La CNTE está convertida en los mejores aliados del neoliberalismo, al que más de 30 millones de mexicanos le cerraron el paso con la elección de Claudia Sheinbaum y antes con el triunfo de AMLO. Ambos gobiernos han sido aliados de los trabajadores, no merecedores de los ataques que ahora la CNTE les lanza.
Los dirigentes de la CNTE son ahora los mejores aliados de la derecha que busca recuperar el poder. Bien decía Simone de Beauvoir: el opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos. La CNTE es en estos momentos muy funcional al neoliberalismo, sus integrantes están convertidos en una especie rara de lumpens, rara porque tiene buenos ingresos, pero no tiene conciencia de clase y son muy útiles a sus verdugos.
El activismo de los líderes de la CNTE son protestas envueltas para regalo a la oligarquía neoliberal que devastó a México hasta reducirlo a escombros, de los que con extrema dificultad estamos saliendo ante enormes resistencias de facciones del conservadurismo retrógrado. Entre ellas la CNTE.