LOS AGRAVIOS DE NORMA PIÑA A LA CONSTITUCIÓN
Por Moisés Alcaraz Jiménez
La ministra Norma Piña no tiene nada que conmemorar este 5 de febrero, aniversario de nuestra Carta Magna, cuando se ha dedicado a pisotearla durante todo el periodo que lleva al frente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Es indigno que personajes tan infames estén presentes en la ceremonia de conmemoración de la promulgación de la Constitución de 1917. Se trata de una persona non grata en estos festejos que ha llevado a la Corte a los niveles más bajos de descrédito y desconfianza arrastrando en ello a nuestra ley suprema.

Por primera vez desde 1917 no estuvieron presentes en esta conmemoración los tres poderes del Estado mexicano, aunque hayan asistido tres ministras de la Corte, cuya presidenta no fue convocada. La razón de esta ausencia la explicó un día antes la presidenta Claudia Sheinbaum: somos republicanos y somos respetuosos de los otros poderes, pero el respeto debe ser recíproco y la Corte no ha respetado ni al Ejecutivo ni al Legislativo.
Pero sobre todo se debe respetar a la Constitución y Norma Piña ha hecho exactamente lo contrario: agraviar a nuestra Carta Magna, a pisotearla hasta el cansancio en su papel de fiel servidora de los intereses contrarios a la nación y en beneficio de grupos facciosos que han tejido enormes redes de corrupción al amparo de un Poder Judicial que cayó a sus niveles más bajos desde que Norma Piña lo encabeza.
Bajo la presidencia de Norma Piña la Corte se constituyó en una especia de cártel coludido con poderosos intereses oligárquicos que han devastado a la nación. Por ello es que sería una contradicción que en los festejos por el nacimiento de nuestra Carta Magna estuviera presente quien se ha empeñado en volverla letra muerta, porque eso ha hecho Norma Piña desde que encabeza al grupo de ministros facciosos exponentes al máximo de la deshonestidad que sin escrúpulo alguno han traicionado a la justicia.
Desde que el presidente López Obrador se propuso sanear al Poder Judicial, Norma Piña encabezó una serie de aberraciones jurídicas, desvergonzados actos violatorios de la Constitución, para intentar detener la limpia en el máximo órgano impartidor de justicia que está considerado como uno de los más corruptos del mundo, totalmente descompuesto hasta lo más profundo de toda su estructura, como lo reconoció la ministra Loretta Ortiz en una entrevista publicada hace dos días en el diario La Jornada.
Desde que llegó al cargo como presidenta de la Corte esa ministra ha encabezado los peores ataques arteros al proceso de limpia en el Poder Judicial, que no se realizó en un primer intento por las resistencias y la oposición dirigidas por Norma Piña, lo cual obligó a realizar la reforma judicial constitucional ahora en marcha, que con golpes a mansalva y con artimañas dignas de tinterillos y leguleyos y no de expertos en el derecho, también la ministra y los ministros aún buscan descarrilar violando con un cinismo atroz la propia Constitución.
En esos intentos fallidos por detener la reforma judicial, brotan por todos lados las marrullerías de la ministra y la corrupción que encabeza han hecho escuela en toda la estructura judicial. Desde su llegada a la titularidad de la SCJN crecieron exponencialmente los actos de corrupción alentados por declaraciones impúdicas de la ministra, como cuando declaró que en el Poder Judicial ella no conocía a ningún corrupto, teniendo a su lado al mismísimo ministro Luis María Aguilar, principal protector del deudor del fisco, el hampón Ricardo Salinas Pliego.
Esa declaración fue una especie de visto bueno y punto de partida que disparó las corruptelas a mayores niveles. Otro momento cumbre de la deshonestidad de Norma Piña fue cuando había sido derrotada en la votación para declarar la inconstitucionalidad de la reforma judicial y se sacó de la manga que se requerían menos votos para echar abajo esa reforma. Fue el extremo del patetismo.
Ha sido muy lamentable y dañino para la justicia en el país el paso de Norma Piña por la presidencia de la Corte. Carece de dignidad para estar en un acto muy solemne como el celebrado este día en Querétaro. Hubiese sido una ofensa a nuestra Carta Magna.