PND, DESARROLLO CON JUSTICIA SOCIAL

Por Moisés Alcaraz Jiménez

En la edición vespertina de ayer del Diario Oficial de la Federación (DOF), la presidencia de la República publicó el Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2025-2030, que es un documento sexenal elaborado por cada gobierno que debe ser aprobado por la Cámara de Diputados. Estos planes de desarrollo guían los objetivos, propósitos y acciones del gobierno federal en turno. El primer plan en su tipo, ya en forma sistemática, lo elaboró y aplicó el gobierno del General Lázaro Cárdenas y de ahí estos instrumentos programáticos y presupuestarios se han venido mejorando hasta alcanzar los niveles de excelencia que hoy tenemos, diseñados por profesionales de las diversas ramas del conocimiento, principalmente economistas de alta calidad que han llegado a producir estos geniales documentos que ordenan las políticas públicas del desarrollo nacional.

En esta ocasión, uno de los objetivos fundamentales del PND es la consolidación de la transformación del país iniciada por el presidente AMLO bajo el novedoso modelo de desarrollo con bienestar, justicia social y sustentabilidad, en el cual primero son los pobres, modelo que ha sido ejemplo a seguir por países de América Latina que buscan liberarse del yugo imperial y del neoliberalismo, que a fin de cuentas son la misma cosa.

Este PND contiene las estrategias prioritarias del gobierno que encabeza la presidenta Claudia Sheinbaum, en él están establecidos la orientación de los recursos públicos y los indicadores para dar seguimiento a las actividades y evaluar los resultados bajo las mediciones de la moderna Administración Pública, que evalúa las actividades desde el momento en que inician y no hasta el final, con el propósito de aplicar los correctivos de la retroalimentación en el momento en que más se necesitan.

En esta ocasión el plan está integrado con cuatro ejes generales y tres ejes transversales. Los cuatro primeros son la gobernanza con justicia y participación ciudadana, dos conceptos estrechamente ligados pues no hay gobernanza sin participación ciudadana. Por ello a esta parte del poder público antes se le llamaba simplemente gobernabilidad, como función exclusiva de los gobiernos. La participación ciudadana es una de las características del paso de la democracia puramente representativa y electiva, formal, la que se acaba al momento de emitir el sufragio, a la democracia participativa y de ahí a la democracia social que todavía sigue siendo una aspiración.

Los otros tres ejes son el desarrollo con bienestar y humanismo, la nueva forma de desarrollo impulsada por el presidente AMLO que tiene en su actividad central al ser humano, sin hacer a un lado la sustentabilidad, es decir, el cuidado del medio ambiente, el cuidado del planeta, que es el cuarto eje de este plan. El tercero es la economía moral, concepto creado en 1971 por el historiador y político británico, no economista, Edward Thompson, término y su aplicación muchos años sepultados bajo la enorme ola neoliberal que con su pernicioso individualismo materialista devastó al mundo. La economía moral, cuyos principios empezó a aplicar en México el presidente AMLO, prioriza los valores éticos y de honestidad en el desarrollo, sin marginar los aspectos materiales.

Los tres ejes transversales, es decir, que van de extremo a extremo del plan y abarcan desde lo más encumbrado hasta lo más operativo, los que están presentes a lo largo y ancho de este plan y estructuran la política pública en su totalidad, son la igualdad sustantiva y derechos de las mujeres, con ello en este gobierno se espera que la igualdad entre mujeres y hombres avance considerablemente. El otro eje es la innovación pública a través del desarrollo tecnológico nacional, el mundo de las nuevas tecnologías aplicadas en todos los ámbitos de la vida humana y de su entorno. El tercer eje son los derechos de los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas, otrora marginadas del progreso. Ningún programa o proyecto de este plan podrá dejar de considerar la inclusión de estos tres ejes.

Mediante este plan las actividades del Estado mexicano se orientan hacia el cumplimiento de las metas del bienestar colectivo y la prosperidad compartida, término que ha utilizado mucho la presidenta Claudia Sheinbaum, que consiste en que el desarrollo debe ser con justicia social y no sólo para unos cuantos potentados y que llevó la mandataria como propuesta para América Latina en la más reciente cumbre de la Celac efectuada la semana pasada en Honduras.

El plan contiene los Cien Compromisos del actual gobierno federal dados a conocer por la titular del Ejecutivo al inicio de este mandato y se incluye también el Plan México, que es la estrategia de industrialización del país a largo plazo que busca, entre otros objetivos, fortalecer las exportaciones de alto impacto y reducir las importaciones que no sean necesarias, para ello habrá que producir en México los bienes y servicios que se compran en el exterior, algo así como el llamado Milagro Mexicano o desarrollo estabilizador llevado a cabo de 1950 a 1970, cuando nuestro país alcanzó tasas de crecimiento hasta del seis por ciento. Con este plan se busca colocar a México entre las diez economías más grandes del mundo. Las bases son alentadoras y están muy bien planteadas.

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