Por Moisés Alcaraz Jiménez
Vivimos tiempos difíciles en las relaciones con nuestros vecinos del norte, pero todavía hay otras malas noticias: los tiempos venideros serán peores. Las presiones de la Casa Blanca, ahora en poder de ultra ricos racistas e intervencionistas, se incrementarán aún más. Si ahora el acoso a nuestro país es ya intolerable, la intromisión en nuestros asuntos internos, que es violatorio de nuestra soberanía, irá en aumento.
Ya está en funciones el nuevo embajador de Estados Unidos en México, aunque sus cartas credenciales las presentará este lunes a la presidenta Claudia Sheinbaum. Se trata de Ronald Johnson, un personaje famoso por sus posturas de extrema derecha que es partidario de la intervención directa de su país en nuestro territorio, bajo el argumento de combatir a los grupos delincuenciales que han sido considerados como terroristas por el gobierno estadounidense.
Johnson es un verdadero halcón que proviene de la CIA, coronel retirado experto en los peores procedimientos de la guerra sucia y muy hábil para planear y ejecutar actividades desestabilizadoras. Sus estrategias incluyen mentiras al nivel de infamias y calumnias lanzadas con extrema vileza, montajes mediáticos muy bien planeados con alto grado de perversidad y desinformación a gran escala, todo ello con el fin de crear tensiones políticas bajo un plan intervencionista diseñado por expertos en generar crisis de gobernabilidad en países democráticos no afines al imperio.
Históricamente las guerras, bajo cualquier modalidad: conflictos armados, intervencionismo encubierto o guerras comerciales como la que hoy padece el mundo, propiciada por Donald Trump, tienen en la mentira, el engaño y la desinformación una de sus herramientas principales. Así ocurrió en la Alemania nazi con su máximo publicista, Joseph Goebbels, experto en mentir, y lo estamos confirmando ahora con el carnicero de Gaza, Benjamín Netanyahu, el judío sionista neo nazi que ha asesinado a sangre fría a cerca de 40 mil niños, quien a pesar de tener encima la mirada del mundo, miente una y otra vez, sin inmutarse, y asesina también a quienes divulgan la verdad: ha matado a más de cien periodistas que informaban de sus atrocidades.
La mentira en una sociedad conducida deliberadamente a la desinformación, es un eficaz instrumento de enajenación que logra que los humillados colaboren con sus opresores. La mentira en esas condiciones es capaz de generar personas que le lamen las suelas a sus verdugos, que acepten como buenas y válidas las brutalidades cometidas en su contra. La mentira muy bien diseñada y utilizada en un entorno social de desinformación propicia esas barbaridades y cosas peores.
El nuevo embajador de los Estados Unidos en México es un experto en propaganda tóxica, intervencionista declarado, astuto para presionar con los procedimientos más viles a gobiernos a los que se pretende doblegar. Las presiones golpistas son inherentes a esta actividad criminal, que ya incluye la presencia de aviones espías, buques de guerra cerca de nuestro mar territorial, listas de políticos narcos, miles de soldados yanquis en la frontera en pie de guerra y la abierta exigencia del racista Trump de permitir el ingreso de militares y policías a nuestro país para combatir al narco, lo cual el magnate no hace en su propio territorio que está infestado de bandas de criminales de la droga.
Ronald Johnson ha desarrollado esas sucias a actividades en los países donde ha sido enviado a cumplir tan cavernícola misión. Proviene de El Salvador, donde ayudó al hitlercito Bukele a colocar a ese país como uno de los más grandes violadores de los derechos humanos. La misión de este halcón en México es propiciar conflictos y provocar tensiones políticas artificiales que favorezcan la creación de condiciones intervencionistas. Uno de sus objetivos principales es debilitar al gobierno que encabeza la presidenta Claudia Sheinbaum, bajarla de las altas preferencias ciudadanas que ahora tiene, para restarle la fortaleza que se requiere para enfrentar al energúmeno que la oligarquía estadounidense tiene como mandatario. Esa oligarquía requiere de un gobierno dócil en México.
El enviado del magnate racista es el sujeto ideal que la derecha inútil que padece México estaba esperando. El príncipe extranjero, como en la época juarista, que venga a realizarles la obra golpista en lo que el conservadurismo criollo ha fracasado una y otra vez contra un gobierno progresista que la Casa Blanca no soporta junta a ella. Es la fuerza exterior que la derecha autóctona estaba esperando, aplaude y ve con buenos ojos. Los vende patria están de plácemes. Pero no se observa fácil que logren romper la sólida unidad nacional que viene desde los tiempos de AMLO y ha fortalecido la presidenta Claudia Sheinbaum.
